La pandemia ha cambiado el mundo. Unos piensan que con la vacuna todo volverá a ser igual que antes. Otros, que nada será ya lo mismo. Lo que está claro es que algunas costumbres han llegado para quedarse, como la de acumular papel higiénico en casa, ponerse la mascarilla en la calle cuando queremos que no nos reconozcan o crear grandes historias con pequeñas cámaras.
¿Quién no ha usado en el confinamiento su smartphone para grabar una historia que contarle a otra persona? Las redes sociales se llenaron de formatos de vídeo para comunicarse con el mundo exterior. Gente contando sus situaciones personales para pasar el tiempo o para gritarle al mundo que seguía vivo. Instagram, Facebook, WhatsApp, Tik Tok, Twitch… Todas hervían de contenidos generados con los dispositivos portátiles.
También hubo artistas que emitieron conciertos en directo desde el salón su casa, con un móvil y una conexión a internet. O monologuistas y actores que nos alegraron los días con actuaciones usando el mismo método. O gente muy creativa que ideó y grabó grandes historias con pequeñas cámaras.
En Colombia llegaron a tal punto que el Ministerio TIC y el Canal 13 financiaron las mejoras historias grabadas con móviles de actores, directores, guionistas y artistas en general y subidas a las redes sociales. Era una forma de promocionar la cultura en aquel país en tiempos tan difíciles. De hecho, debido al éxito, han organizado una segunda edición para este año.
En España la pandemia aceleró el proceso de digitalización de las empresas, y muchas de ellas se vieron en la obligación de grabar sus propias historias para llamar la atención de los consumidores, que ya no estaban en la calle sino en casa, atentos a las pequeñas pantallas. A través de las redes sociales o de sus propios canales emitían los contenidos con la intención de que llegaran a su público objetivo. Y si se viralizaban, la fiesta era completa.
Lejos quedan los tiempos en los que un contenido grabado con un dispositivo móvil era sinónimo de producto casero, de chapuza para salir del paso o de boceto para un proyecto más grande. Hoy se pueden grabar grandes historias con pequeñas cámaras (ya no tan pequeñas, cierto es). Solo hace falta un buen guion, conocimientos de producción visual y algo de talento, como en la serie que hicimos para Carrefour.
En Carmela nos pasó como a los autónomos que ya trabajaban en casa: conocíamos el proceso de antemano. Ellos ya dominaban el entorno laboral en el salón o en una habitación y teletrabajar fue como sumar uno más uno. Nosotros llevábamos tiempo grabando historias con pequeñas cámaras para que las marcas se comunicasen con los usuarios y los sedujesen. Así que sumamos uno más uno y lo multiplicamos por mil.
Grandes historias con pequeñas cámaras. Experiencia en producción visual, ficciones que seduzcan al consumidor, tecnología al alcance de todos y una pizca de talento. ¿Te interesa?