¿De traje o de sport? ¿Con camisa o en camiseta, relajado? ¿Zapatos o deportivas? Ya sabes que tu imagen es la primera información que la gente decodificará acerca de cómo creen que eres, de tus gustos, aficiones, forma de ser, incluso de pensar. Y es que una imagen vale más que mil palabras. Y si no que se lo digan a un logo.
Lo mismo pasa con las empresas.
Toda empresa tiene su propia identidad de marca, y en esta no solo influye el logotipo, también lo hacen las personas que la componen, el ambiente que se respira y muchas cosas más, pero si hay algo que lo identifica de verdad y da una idea de como será esa empresa, es el logotipo de la misma.
Por eso, cuando montas una empresa o lanzas una start up, casi de inmediato lo que haces es pensar en cómo sería tu logo. Nos hace mucha ilusión ese momento en el que lo ves por primera vez, ¿verdad? Sin embargo, el logotipo debería ser lo último en crear dentro de la empresa, es más, debería plantearse un año después de que esté funcionando.
Digo esto porque cuando lanzas tu empresa tienes una idea de cómo va a ser, pero son todo suposiciones. La personalidad de tu empresa, su propia identidad, se construye a medida que vas avanzando y van sucediendo cosas: contratas a un tipo de profesionales u otros, te instalas en esa oficina tan chula o en la de más allá, que es menos chula pero también más económica, empiezas a trabajar para unos clientes o para otros (en realidad al principio para cualquiera que llame a la puerta), y tus propuestas son a tu manera o de otra diferente, pero que le encaja como un guante al cliente. Es en esos primeros meses cuando se construye la personalidad, que luego plasmarás de una u otra forma en el ansiado logotipo.
Por eso, en Carmela decidimos rediseñar nuestro logotipo al año de nacer. No es que el otro no nos gustara, al contrario, lo vamos a echar mucho de menos, más bien no nos definía como el actual. Y es que el de ahora es más Carmela que el antiguo.
Recuerdo cuando hicimos el primer logotipo. Me senté con Silvia, la diseñadora, y le hablé de producción de contenidos, de branded content, de contar historias… Le transmití la idea que teníamos en la cabeza de cómo sería Carmela, de quiénes compondríamos el equipo, etcétera. El brief que le hice sobre Carmela no llenaba un folio. En él el peso de la producción era muy importante, tanto que al nombre de «Carmela», le acompañó «Produce».
Hoy, un año después, la realidad es otra. Por supuesto que se parece a la que nos habíamos planteado hace un año, pero con matices, bastantes matices. Entre otros, que hoy Carmela es mucho más que una productora de contenidos. Hoy Carmela tiene su historia, hace un año, no.
Hoy Carmela puede decir orgullosa que ha trabajado para Ikea, Carrefour, Creditea, Commons, Correos… dedicándose a casi todo el abanico del branded content audiovisual: documentales, series, fashion films, factual, series divulgativas…
También puede decir que está aún más convencida que ayer de que el futuro (y el presente) de la comunicación de las marcas está en el entretenimiento. Nos lo hemos tatuado, lo llevamos en la sangre hasta sus máximas consecuencias. Y por eso el CEO es El Padrino, el que realiza las estrategias, El Sexto Sentido, y la persona que genera el contenido y narrativa digital, La Historia Interminable. Para evangelizar no hay nada como creer a pies juntillas lo que predicas.
Cuando Javier Mariscal me preguntó sobre Carmela, le enseñé nuestra página web, varias de nuestras producciones, le hablé de todos y cada uno de los que componíamos el equipo, le enseñé varias notas de prensa sobre Carmela, le conté anécdotas… Y con toda esa información, Javier inició el proceso de creación y, entonces sí, acertó en el centro de la diana.
Hoy nuestro logo es mucho más Carmela y nos define a la perfección.